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domingo, 1 de septiembre de 2024

crucigramas deshechos



Anoche mi sobrina me preguntó si había visto Looniversidad, una versión contemporánea y rarísima de los Looney Tunes que pasan por Cartoonetwork, ya que ella no está cuando lo pasan. Le dije que sí, y que no eran la gran cosa... Además de que me gusta mirar dibujitos cuando prendo la televisión, me permiten quedarme un tiempo más pensando en cómo son los niños cuando son niños. La cultura de la infancia, de la que forman parte tanto los dibujitos como la escuela, la literatura infantil y la tradición oral, la ropa y las publicidades. 

Conociéndolos, intentando estar cerca de ellos a medida que crezco, no creo que los niños sean puros ni sinceros. Ellos siguen, como nosotros, los modales de la realidad. Sí creo que están intensamente vivos, con una forma de relacionarse con el tiempo y el espacio que nos recuerda y abre posibilidades olvidadas o clausuradas del cuerpo, el trabajo, el día a día.

La película que vimos anoche se llama Vivo, es estadounidense y fue estrenada hace tres años. Comienza en Cuba, donde un músico callejero actúa en la plaza junto a un monito llamado como la película. Él recibe una carta de su antigua compañera artística donde le invita a participar del último de sus conciertos en Miami. Hace décadas emigró de Cuba por un contrato musical y allí tuvo, a diferencia de Andrés, una carrera exitosa. Andrés muere antes de ir a verla, por lo que dos familiares suyos, una mujer y su hija, viajan para ordenar sus pertenencias. La pequeña trae en su maleta al monito que quiere entregar a la artista una canción compuesta por Andrés antes de morir y para hacerlo se embarca en una aventura que, aunque dure un día, se llena de condimentos entre la niña y él que pasan a ser los protagonistas del relato, como en innumerable cantidad de imaginaciones infantiles donde es a los niños a quienes se pone en acción.

La fábula que traza la película parece todo el rato previsible, con la representación del gobierno cubano mediante. También porque en medio pasan juntos por un área protegida, visitan animales en peligro de extinción y critican algunas posturas tanto de la gran ciudad como del veganismo. Se queda, el discurso oficial del film, en un punto medio y en una pacificación final entre La Habana y Florida que refleja hasta qué punto la infancia está llena de buenos propósitos, en el peor de los sentidos. Sin embargo, hay momentos que me parecen muy lindos en términos de imaginación. 

Uno es cuando nuestros protagonistas cayeron sin querer sobre un barco arenero y deben encontrar la manera de volver a encaminarse a su destino a través del agua. La niña construye en ese momento un bote con materiales sueltos por allí y lo lanza al mar para que naveguen. La imagen es una inversión de los inmigrantes cubanos que navegaron en barcos clandestinos entre Cuba y Miami, que es también y por otro lado el destino aquí. Otro que me gusta es la imagen final de la calle donde vive la niña y su madre, ya que en la película aparecen tres tomas de las calles como escenarios de la vida en común, de la política, el comercio y la sociedad. La primera de La Habana contrasta fuertemente a los minutos con la de Florida, siendo una más pobre y deslucida que la otra. Sin embargo, la mirada final sobre la calle de Florida la presenta después de llover, llena de charcos, opacada en el brillo de la imagen, y con una fusión entre riquezas y pobrezas que me parece un buen intento.

En medio de eso la película trata de mostrar presentificaciones, como cuando la niña dice que si preguntan, Vivo, el monito, es su animal de apego, o cuando su madre y ella intentan comunicarse a través de celulares y manos libres o cuando saltan toallitas de su mochila. Todo ese intento por incluir e integrar en una discursividad que no deja de ser dibujada. Preguntarse qué será Cuba para un niño es preguntarse qué será Cuba para el futuro.

Ese fue un rato porque después la pantalla supo mostrarme medias que hablan en El show de Patricia Estrella, misiones dramáticas llevadas adelante por Bob Esponja, conflictos sumamente infantiles entre cada uno de los jóvenes titanes, ciudades estables y noticiosas para las nuevas aventuras de Superman, pequeños dibujitos animados que crecieron y van ahora a la universidad. 

Las películas y los dibujos nos muestran algo que jamás haremos siendo niños, pero que forma parte de nuestra imaginación como tales. Desde construir un bote hasta nadar por el mar. ¿Pero entonces qué nos muestran? ¿A dónde se dirigen los osos bebés que buscan un hogar, el campamento coral o los eternamente aniñados miembros de la familia Loud? Tengo siempre entre los ojos un crucigrama deshecho.

viernes, 9 de agosto de 2024

empleo público


Las veces que creo ya vi todo lo que Antonio hizo en la tele, me encuentro con un pedacito más que ni siquiera sé dónde ubicar. Acá está haciendo de la Empleada Pública con Susana como si estuvieran en las puertas de Telefe. No es el ciclo del dos mil diecisiete en que juntas hacían como que estaban en la entrada de la Casa Rosada durante la gestión de Macri. Acá es otro tiempo. Además de que acá el cuento es otro, se les nota en las caras, en el vestuario, en la imagen del vídeo. ¿Pero cuándo fue? A veces en los comentarios tiran fechas, pero no sé si creerles. Me resulta difícil periodizar, ¿a dónde tendría que recurrir para tener más certeza? El vídeo, subido al canal de Telefe en dos partes, dice que es de hace diez años. Pero cómo saber si la emisión era de entonces -¿dos mil trece? ¿dos mil catorce?-. o es que se les dio por subirlo en ese momento. Tanto Telefe como El Trece de a ratos suben novelas enteras a destiempo en los últimos años, junto a la duplicación de la programación contemporánea. 

Acá entrevistan a Adriana Aguirre que está muy flaquita y dice que se separó hace poco. Podría ubicar ese dato. El sketch no me cautiva tanto como los del diecisiete. Aunque para entonces Gasalla será más viejo, hará la empleada con más ímpetu incluso. Hay un compilado de las conversaciones de la Abuela con Susana que termina con un fragmento donde ella y Antonio están como en la Casa Rosada y entrevistan a alguien que es candidato y también canta. Ni siquiera sé quién es, su nombre, su rostro no me son reconocibles. Me hace pensar en principios de los dos mil. Y entonces las empleadas que Gasalla hizo con Susana son por lo menos tres, contra lo que Antonio dijo en Intrusos cuando lo de Tinelli de que él quería hacer más personajes en el programa y no lo dejaba la producción porque insistía con la Abuela. Estoy seguro que la Empleada del diecisiete es consecuencia de esa entrevista y de ese año que Gasalla pasó en lo de Tinelli, pero están las otras anteriores que entonces Antonio no se estaba acordando en esa entrevista.

Cuando veo los vídeos, todos esos tiempos conviven juntos. No se separan ni se cortan por la distancia del tiempo. En todos somos todos los mismos, por eso me parece natural que de la declaración de Antonio con Rial se siga el desplazamiento en el programa porque cuando le oigo me parece oírlo a él y olvido la mediación no solo de la televisión sino también del tiempo. Esto es una gracia de la televisión como lugar porque pese a simular multiplicidad de espacios, el espacio es uno y me parece que en el pueden establecerse contigüidades entre Antonio en Intrusos, con Susana y yéndose a lo de Tinelli. Él es el mismo, y yo también. Tanto su actuación como mi mirada sostienen esa continuidad, arman ese espacio. Cuando él o Moria o Carmen hablan del teatro también contribuyen a ese territorio televisivo porque hablan y hablan acerca de un lugar que no queda ahí adentro, del que solo se ven pedacitos entrecortados. Como cuando Mirtha habla de su casa, de cuando va en el auto, de su dormitorio. Todos esos sitios que no vemos y que configuran las afueras de este territorio en que nos instalamos a pasar el resto de nuestras vidas.

últimos capítulos




Me causan muchísima ternura algunos momentos de los vídeos, extensos o breves, que realizan distintos fieles y sacerdotes católicos criticando los lineamientos actuales de la Iglesia en pastoral, liturgia y doctrina. No es una sensación irónica, sino el resultado de alojarme por unos momentos en el interior de sus vídeos, sus textos. Me agrada saber que puedo, al interior de una obra, sentir algo que va más allá de lo que la superficie señala. Todo tiene más profundidad que la que sospechamos.

A diferencia de los discursos oficiales del actual gobierno nacional o los comentarios en línea acerca de la boxeadora argelina, no siento rechazo por estos discursos que contrarían, en muchos sentidos, mis creencias, ideas y prácticas. El rechazo a los actos homosexuales, por ejemplo, defendido como punto doctrinal en todos estos comunicadores no me impide entrar en la ilusión, en el enamoramiento, que pueden causarme sus voces y sus imágenes de todas maneras. La lectura nos enseña, ante todo, a separar largamente el texto de nosotros. La identificación existe en ella, pero es momentánea o errática, no puede asegurarse ni tampoco precisarse.

Todos quienes veo son hombres, como los españoles Macabeo y César para Jesucristo o el argentino Padre Javier Olivera Rabassi. Forma parte de que me interese verlos el que sean hombres que me terminan resultando atractivos, aunque no es un dato excluyente: el mexicano Monseñor Isidro Puente Ochoa no me parece lindo, pero sí interesante en toda su discursividad y despliegue. Son la última adquisición de mis ojos en youtube, y si escribiera cada una de las poéticas que allí vi, estoy casi seguro que serían el último capítulo. Son los profetas contemporáneos del fin del mundo. 

En cada vídeo sostienen vocablos y términos como ese, el del apocalipsis, que no oigo en otros sitios. Cada noche entro, con ellos, en mundillos que no conozco y cuya anchura buceo de su mano. Todos parecen haberse querido formar rápidamente en ese lenguaje, el de la teología y la apologética, que yo ignoro y del que voy comenzando a saber desde allí. Aprendí por ejemplo cuál es la hermenéutica de la continuidad para interpretar el Concilio Vaticano II promovida por Ratzinger, frente a la de la ruptura; qué es la sucesión apostólica y cómo eran las ordenaciones episcopales en el rito antiguo y el actual. Qué es revelación pública y qué privada, la tradición como fuente, las lenguas hebreas y coptas en que se escribió la biblia y las hipótesis sobre la autoría del pentateuco. 

Cada uno de estos hombres, como novelistas, me obsequian un léxico precioso con el que puedo soñar. Por ellos volví a leer pasajes del Evangelio e incluso encíclicas que mencionaron. Quise por ellos saber un poquito más acerca del mundo que habito, aunque no rece el rosario cada día como piden, no cumpla los preceptos, no me prepare para el Aviso ni me arrepienta.

Muchas veces no sé qué pensar sobre sus ideas, pero sé que quiero oírlas. Horas de debate acerca del sedevacantismo -quienes reconocen la autoridad del Papa y quienes no- que se llenan de una epistemología chamánica: si se dijeron las palabras correctas en el momento correcto para que el milagro ocurriese.

La religión es una narrativa demasiado extensa para que la abandonemos sin más. No quiero con ello bajarle el precio ni remarcar su carácter ilusorio frente a "verdad" (cuando leí El porvenir de una ilusión me decepcionó bastante la poca profundidad que allí Freud tiene para con Dios). La religión tiene un fuerte vínculo con la verdad, y después de todo, sentido, vida, muerte, existencia es todo lo que de allí se discute. Algo de lo que no se habla en otros sitios, y por lo cual más atractivos me resultan cada uno de sus hombres que quiere rescatar al mundo del sinsentido. 

En un vídeo que subió hace dos años, pero que observé esta mañana, Macabeo cuenta que el sacerdote de la parroquia donde asiste le reprendió por arrodillarse con ambas rodillas para saludar al altar al ingresar al templo. El vídeo remarca el error pastoral de este sacerdote, a la vez que señala cómo se condena la defensa de la tradición más que a los actos modernistas. Ese es, de hecho, el eje mismo, el conflicto de todos estos vídeos: una extensa región de youtube con innumerables ramificaciones que me llevaría años terminar de observar. Una reacción frente a los abusos litúrgicos, un alegato por la interpretación de la doctrina católica. Ese es, en cada vídeo, el momento del pensamiento mientras los miro. El momento de la ternura fue otro cuando vi a Macabeo, no sé cómo se llama, diciendo a cámara cómo fue regañado, comparando su acto con el de un sacerdote al que se le volaron las hostias consagradas y se río del hecho, y mirando entonces a cámara, levantando sus cejas, un padre de familia, casado hace unos años, bastante trabajador por lo que cuenta, entre los treinta y los cuarenta, queriendo defender algo en lo que cree, queriendo ser bueno en defensa de Jesús, pareciendo que va a largarse a llorar.

domingo, 21 de julio de 2024

la enunciación interrogativa

 

Hace mucho que me interesa la televisión, desde que soy pequeño supongo. Esta tarde estuvo hablando por Intrusos Pepe Cibrian, me entero por youtube. Fue un móvil a la vieja usanza donde Pepe se refirió a una polémica reciente tenida entre su imagen y un programa de streaming de Olga. Algo analfabetos del lenguaje en que se inscriben, los conductores y panelistas de ese programa radial simularon las palabras que Pepe Cibrian, impoluto, dijo sentadito enfrente a Susana sobre la plataforma en que ella misma ingresaba al estudio, simulando un íntimo, durante las vigilias por el debate parlamentario de la ley de matrimonio igualitario.

En el streaming el hijo de Adrián Suar y Araceli González -fíjense qué televisivo es internet- imitaba el tono de Pepe diciéndole a Susana en actuada suplica que el otro día había sabido (¡por televisión!) de una nena que ofrecía sexo a cambio de dinero, una niña de ocho años, a la que, extrapolando la situación, Pepe pensaba si no sería esa nena la que no nos estaban dejando legalmente adoptar. Santiago y yo podemos hacernos cargo de ella, entonces yo te pregunto a vos Susana qué preferís, calle o pepe, qué preferís, calle o pepe... La pregunta tuvo la eficacia de un emblema, no solo porque Pepe sabe qué significa decir una letra sino también porque supo dónde instalarse para decirla. La pregunta era tan importante por la nena de la que partía cómo por la estrella a la que estaba dirigida. Con esa pregunta, Pepe Cibrián atravesaba toda la televisión para inquerir directamente a Susana en nombre de toda su discursividad. En su interrogante también eran importantes los elementos gráficos dados por toda la escena, desde la prostitución de aquella niña al viejo marica que revestido de alhajas se nombraba a sí mismo y su pareja como posibilidades de otra circulación del deseo. Calle o Pepe volvía a poner en escena toda la sexualidad desparramada para preguntarle a una de las mujeres más normativistas de la pantalla qué hacer, cómo realizar otro orden posible.

La pregunta era importante no solo como arrinconamiento teórico -en la mesa de Mirtha, Pepe la repitió con mismo éxito e incontestabilidad-, sino como rajadura que permitiese ver la necesidad de otro régimen para los cuerpos, otros futuros, otras formas. En el stream de Olga recuerdan aquello pero usando un tono que vuelvo a verlo y no alcanza a encontrar en esa pantalla, en esa superficie aquellas potencialidades de ese evento televisivo sino apenas sus cáscaras. Como si no pudiesen terminar de ver el peso específico que la escena tuvo. Si bien son ellos quienes la traen a flote desde el archivo, su tratamiento en la superficie es escaso frente al que la pantalla de Intrusos consigue darle. Sus risas no dejan ver que haya nada detrás, como las que hace pocos días en un programa de Neura asistían quizás con aparente repudio al chiste de un oyente acerca de su sobrina, los tres años, el cáncer y coger. Era la palabra, era el tono, de un oyente.

Calle o Pepe tenía consigo la búsqueda de otro tono compartido, otros oyentes, otras interpelaciones. El idioma que nos propuso -el idioma que nos propone- la televisión como forma de comunidad era mucho más denso que el que nos proponen algunos streams colectivos que intentan imitar la televisión de forma desleída, tan desleída como Toto tratando de hacer de Pepe y Noe de Susana. No les da la altura.

Benedict Anderson supo enseñarnos cómo la prensa fue necesaria para el acto imaginario de constitución de nuestras naciones hace siglo y medio atrás. En algún momento la televisión debe haber sostenido dentro nuestro sus propias comunidades imaginadas -y la última edición de GH Argentina en cierto modo habla de la permanencia intermitente de esa comunidad. Los streams quizás no propongan una comunidad imaginada, o la proponen de forma descolocada, sin territorios ni tiempos. Aunque si con un archivo común, el de la tele, cuya interpretación hoy Pepe y Flor de la V salieron a discutirles y ganarles. No es menor que la merma de esas imaginaciones comunitarias y nacionales suceda a la par del ascenso de una derecha argentina que, a diferencia de la europea, se caracteriza por un tono específico, el antinacional. No es metáfora sino literalidad cuando recuerdo que hace catorce años, Susana respondió Pepe  y Cinthia Hotton calle.


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Hablando en su descargo Pepe menciona para empezar a su madre, Ana María Campoy, la guerra civil española, Lola Membrives y el Senado de la Nación... Hay genealogías y hay linajes, además de archivo... También Pepe lee el presente en su descargo de una forma rápida y eficiente que no está, justamente, presente en el stream: "(...) como le pasa a este chico que está por supuesto y gracias a dios buscado para salvarle la vida o ver dónde está su cuerpo. ¿O creen que esto pasa ahora? ¿O de golpe no sabemos la sociedad que hay decenas y decenas de niños todos los días han sido raptados, corruptos y sacados para venderlos a matrimonios que no tienen hijos o para los órganos? ¿Ustedes también se van a reir? ¿Por qué no se rien del chico? ¿Por qué no se rien del chico en cámara?" Al parecer Pepe no olvidó en estos años cómo hacer buenas preguntas. A todo esto, los panelistas en Intrusos quieren devolver a los streamers del caso a su posición ideológica, pero Pepe va un poco más allá señalando cómo las formas son ideológicas.


sábado, 13 de julio de 2024

testigos protegidos




Vuelvo a pensar en la presencia de la ficción en la vida de las personas. Durante estos años muchísimos vídeos de youtube se han dedicado a revelar "la verdad sobre Alf" o sus "oscuros secretos". Un rubro que puede reflotar estos días ya que Benji murió de una manera extraña luego de atravesar depresiones, bipolaridades, insomnios y fracasos. Las imágenes que circulan de su cuerpo en estos últimos años resultan penosas, y son -como las que usan los vídeos para referirse a su padre en la ficción, Max Wright- sumamente contrastivas respecto a su personaje infantil. Luego del triste final -hay un canal que se llama así "la vida y el triste final"- de Max, y ahora el de Benji, seguramente muchos se sentirán autorizados a hablar de una maldición sobre Alf, y no los culpo. 

Pero no quiero analizar la coincidencia de las muertes trágicas en los elencos, ni tampoco las desventuras sufridas por estos actores durante la filmación del envío televisivo. Algunos aseguran que fue realmente desquiciante y otros que resultó traumático. En esa secuencia, la muerte del niño-protagonista con problemas de salud mental vendría a confirmar la línea narrativa. Sin embargo, me parece preciso correrse de ahí. Por empezar, porque es muy difícil saber con exactitud qué pasó. Si existieran testimonios fehacientes yo, que soy un espectador latinoamericano, no los conozco. Todo lo que tenemos son las imágenes, las de Alf y las de estos videos de youtube. Me parecen suficientes, las imágenes, para intentar pensar. Pensar en la televisión, por ejemplo.

En términos de imaginación, lo que me sorprende ante todo es la permanencia. Alf sigue siendo la referencia que identifica a Benji en este titular, como a Max Wright en los vídeos. ¡Y Alf terminó de grabarse en 1990! El hecho de que se siga emitiendo en la televisión no alcanza a explicar su fuerza de significación... ¿o tal vez sí?

Puede ser muy sugestivo un titular que nos diga cómo murió el actor que hacía de El Zorro. Este es otro punto que atañe a la imaginación, ¿por qué necesitaríamos saber qué pasó allí, cómo siguieron sus vidas? Ninguna vida alcanzaría a equipararse con su ilusión, excepto cuando quieren recordarnos que la actriz de Doña Clotilde había sido guerrillera española. El hecho de que todo ello nunca pueda pasar de la categoría de rumor también acompaña este proceso. Como si la televisión revelase y ocultase al mismo tiempo, y ahí internet tratase de mostrar algo más. Pero sin llegar a oficializar ese algo más. (Por otra parte, ¿cómo diantres se vuelve oficial una imagen? ¿Por qué nunca sabremos cuál fue la vida de Angelines Fernández? ¿No se puede escribir una biografía como la gente sobre ella? ¿Sólo internet investiga la televisión como su pasado?).

La televisión parece acostumbrarnos a la necesidad de imaginar un reverso para las imágenes. Algo que las exceda, continue o contradiga. Así sea heroico, trágico o misterioso. Todos esos vídeos sobre "la verdadera historia" de Alf quieren negar la trama de la serie porque su transparencia no nos alcanza. De este modo, actuan como si Alf hubiese existido y con él los mismos Tanner. Quiere decir entonces que las poéticas de la vida cotidiana son más eficaces de lo que creen o pueden controlar. Vuelven a inscribirse como matriz explicativa, término de comparación, superficie. Son la parte narrada de la vida. Todo lo demás es oscuro, extraño, delictivo, enfermizo como el auto en que Benji Gregory murió calcinado por el sol en el centro de Arizona, poco antes que comience la Copa América, después de hacer un trámite en el banco. Se quedó dormido dentro y fue hallado a los días siguientes. 

Por supuesto que esto resultará impactante en comparación con la felicidad cotidiana que Benji actuó para Brian Tanner a sus ocho años. ¿Resulta injusto comparar la vida con una serie televisiva? ¿Qué esperábamos de ella cuando la mirábamos? ¿Qué de sus actores? ¿Acaso confiamos en algún momento que se daría algún tipo de contagio entre la actuación y esas personas? ¿Por qué creímos que sería distinto?

Mientras Benji comienza su lento recorrido por las maldiciones y revelaciones, mientras vuelve a ser descubierto como mito opaco, como dato televisivo, por nuevas generaciones, yo prefiero continuar imaginándolo en el justo sitio donde el texto-Alf lo dejó quietecito. La última referencia a los Tanner está en la película. Allí los militares dicen que los cinco están dentro del programa de testigos protegidos. Ahora se encuentran en Islandia, puesto que la educación en Zimbawe no les fue agradable. Por supuesto que la ilusión acierta dado que todos los actores de estas series tan poderosas son un poco eso exactamente, testigos protegidos.

miércoles, 10 de julio de 2024

afuera / adentro - desencuadres

Afuera están las pantallas, adentro las personas y no al revés, al menos por esta escritura. Como en las series adolescentes, los últimos programas de GH se dedican a mostrar recuerdos de sus personajes. Algo interesante de este reality está en esa manera de poder tener grabados, editados y musicalizados cada uno de esos recuerdos de antemano. Se parecen más a las series que cualquier otro programa porque las representaciones son hogareñas, vinculares, narrativas. Hay tiempo que ha pasado, pero también un mismo lugar a la manera de un mismo set, solo que aquí coinciden casa y set televisivo. La toma final de Bautista dentro de la casa antes de irse comienza desde las paredes ahuecadas de la estructura para luego dirigirse a la imagen completa del hogar donde el lente de la cámara, su encuadre y la casa coinciden para entregarnos la invención de una interioridad.

En las series, los recuerdos de los personajes pertenecen a su construcción como tales. Acá esas grabaciones, estén actuadas o no, contengan el grado de ficcionalidad que contengan, coinciden con sus vidas. Por eso uno de mis momentos preferidos en el formato es cuando, aún adentro, los finalistas miran por televisión sus recuerdos. Bautista señalaba en su carta de despedida que las anécdotas vividas las deja para su memoria y las redes sociales. Tiene razón porque sus recuerdos ahora están en ellos pero también fuera de ellos. Gran Hermano consigue textualizarlos por fuera de ellos porque es el relato de una interioridad inventada, la casa, donde a través de ese artefacto logra quedarse con otra interioridad, las de las personas que la habitan. 

A través de la casa, que es televisión, la cámara se queda con sus recuerdos, que son realidad. Cuando ya posee sus recuerdos, los deja ir quedándose con ellos y devolviéndolos a la realidad. Allí ellos tienen contactos con las pantallas, pero no las pantallas con ellos. En el conteo de los números del fenómeno, se incluyen los "más de doscientos días" sin redes sociales. Las redes quedan del lado de la exterioridad, la televisión de la interioridad. Quizás sería necesario dejar de pensar la televisión en términos de ficción/realidad para hacerlo en otros más interesantes, y más humanos, como interior/exterior. Aunque todos los binomios sean errados, si Derrida tenía razón, ya que desconstruirlos no es voluntario ni consciente, al menos escojámoslos mejor. O interrumpámoslos, en el momento mismo en que entre interior y exterior aparece la televisión. 

Bautista se despidió con una frase de The Truman Show, una película que junto a Esperando la carroza y Volver al futuro resultó de las más nombradas y referenciadas dentro de la casa. Son los recuerdos del cine en su ausencia, y ese mínimo desencuadre de la cámara final que muestra el plano desde afuera de la pared antes de ir adentro, también es signo de esa conciencia respecto a las imágenes televisivas que de todos modos ni las descarta ni las niega, sino que aún las halaga.




la voz y el fénomeno



Me voy de vacaciones a las imágenes, todos los días un rato y a veces, temporadas enteras. Algo muy lindo que hacía la Abuela en el living de Susana era usar la televisión como aparato telefónico. Hablaba con su hermana Difunta a través suyo porque no tenían celulares. Aprovechaba a explicarle que se había confundido y se había traído el aparato del asma, o le pedía que se quedara quieta porque en la cama le había dejado una empanada para cenar. También con su nieta habló una vez para indicar lo mala que era: "¿Sentís? Sos una mierda, viste. Susana te lo dice", todo esto en alusión a las porquerías que ésta le hacía porque vivía en su casa de favor. 

En otras ocasiones habló con gente de Miami, aprovechando que el programa salía allá, y en especial con el astrólogo Pablo al que mandó a hacer la carta natal de Susana. Con el paso del tiempo, la propia Abuela recibió algunas llamadas telefónicas en el estudio. Una vez le trajeron el celular desde fuera de cámara, y otras le sonó en su bolsita. Eran novios de Susana que pedían derecho a réplica, su nieta que le exigía le preguntase algo a Susana mientras la extorsionaba, o sus "fuentes" informándola acerca de las actividades de Susana en el fin de semana. La Abuela convocaba con su voz a todas las demás personas que componían su sketch, porque mientras ella estaba hecha de voz, peluca, mañanita, bolsa y vestido las demás eran pura palabra abierta e ilusoria. En especial Difunta que es uno de sus personajes más preciosos, y que si nos atenemos a los hechos no cuenta como personaje de Gasalla, que creó tantos, sino de la Abuela que creó varios.

Los teléfonos están presentes en muchos sketchs de Antonio. La Dra. Goodman los usa repetidas veces en su consultorio antes, durante y después de la consulta. Siempre la llamada se corta o tiene interferencias. La misma Abuela cuando está en su casa confunde el timbre del portero con el teléfono un montón de veces, casi una por vídeo, y en alguna de todas esas cree que es Susana la que está llamando. Porque los teléfonos en las visitas al living de Susana tienen también ese doble signo, no sólo son un recurso que Antonio usó sino también uno que Susana exploró por antonomasia. 

Muchísimas veces también la Abuela pidió que llamen a los números de Susana cuando se ofrecía para curar gente en una temporada, y otra cuando Difunta se perdió y no sabía dónde estaba: "Decí hola Susana porque sino no te van a atender". 

La televisión como teléfono hace hincapié en la voz y olvida la imagen aunque haya una de las dos imágenes que vemos. El efecto que se genera es el de situarnos nosotros, nuestros ojos, a este lado de la llamada porque la televisión se compromete por entero con nuestra mirada. Nosotros estamos del lado de la televisión, existimos en ese plano de la realidad y recibimos la voz (la voz y el fenómeno) desde el otro lado. Las imágenes, fantasmáticas por excelencia, convocan a la voz ajena y lejana para curarse de su fantasmagoría. Hubo una vez en que la Abuela se sentó en el escritorio de Susana junto a ella y atendió un llamado de una concursante. Era una enfermera radióloga del Garrahan que acababa de comerse una tarta de atún con una amiga. Por la magia de la televisión, la Abuela y Susana quedaban del lado de la realidad y esa mujer que no vimos, con su relato, su trabajo, su premio y su existencia, del lado de la ilusión. Para la pantalla María Delia no existía, y ellas sí.

domingo, 7 de julio de 2024

las etiquetas de la ropa


Hoy a la tarde va a estar Campi en La peña de Morfi haciendo de Mamá Cora. Por la publicidad que vi, parece que será una mezcla de película, teatro y televisión. Los tres formatos se interceptan en la noticia ya que Campi está haciendo en teatro una versión dramática de la película que Doria trazó con la participación de Gasalla a mediados de los ochenta. Sin embargo, aquella versión cinematográfica, en la que Campi se basa para elegir su vestimenta y sus tonos de voz, estaba reescrita sobre una puesta en escena bajo las escrituras de Jacobo Langsner. Entonces Campi hace en el teatro una película que antes fue una obra de teatro. En Telefe van a pasar, de hecho, la película unas horas después del programa en que Campi y Mamá Cora estarán. 

Hasta aquí teatro y película, pero también hay televisión. No solo porque Campi va a la televisión para publicitar el teatro -y así lo dice en el aviso de la emisión de la película por Telefe por estas horas-, sino que también llevará consigo aquello que Gasalla hizo con la Abuela en televisión. En esa misma pantalla, por cierto. La Abuela fue un personaje que Antonio siempre quiso separar en sus declaraciones de la Mamá Cora interpretada en la película. Esto se ve en los textos por el cambio de vestuario y puesta en cuerpo (en la película lleva una máscara además de la peluca, mientras que en la televisión es su propio rostro con peluca), pero también por los cambios que realiza a la narrativa del personaje. En la película, la vieja está perdida, comete errores y no termina de comprender qué hacen con ella. En el programa televisivo, la vieja está repleta de ironía y maldad, siendo ella quien hace con los demás casi a sabiendas. Está perdida, pero esa pérdida no la lleva a tropezar como en el cine sino a hacer tropezar a los demás, dando cuenta de todas sus faltas y quedando ella indemne. Mientras que, por último, con Susana -y hasta la vez que estuvo con Marcelo- la vieja está lúcida, lleva adelante su vida e intenta que las vidas ajenas pasen por sus costados sin que la conduzcan ni ella conducirlas. Son tres viejas distintas, y esa multiplicidad se encuentra presente en las múltiples maneras que se la ha nombrado en la película, los sketchs y los sets televisivos: Mamá Cora, Abuela, Vieja. 

La televisión ha sabido poco, al menos a nivel consciente, acerca de estas sutilezas. Cuando querían pegarle a Antonio en Intrusos o LAM repetían que su personaje pertenecía al guionista de Esperando la carroza, sin darse cuenta de estas diferenciaciones y de una aclaración del mismo Gasalla respecto a que él ya hacía un personaje similar en el teatro por el cual Doria le llamó para ese papel. Aunque la genealogía del personaje pueda reponerse, también es cierto que hoy cuando Campi arribe al programa conducido por Lizy y Leuco tendrá todos estos malentendidos encima y con ellos proseguirá. Mamá Cora, en la película y en el teatro, cumple un rol y sigue un guion. En la televisión están la improvisación y los marcos textuales (van a ponerla en una pulpería, según vi), pero no el guion. Por ello lo que Campi hará tendrá un poco de teatro y película, pero querrá agregarle otro tanto de televisión sin darse cuenta que eran personajes distintos. 

Esto ya es algo que destina su intervención al fracaso, pero a la vez está el asunto de la necesidad de volver a reponer a Antonio en la televisión durante su ausencia. Aquello que habilita que hoy Campi interprete a Mamá Cora como si fuese la Abuela de Susana en la pantalla es la pérdida de Antonio; que él, ahora sí, ya no sepa quién es. Campi lo hace porque Gasalla ya no puede hacerlo. ¿Pero por qué seguir haciéndolo? 

Todo este asunto repercute sobre los modos que entendemos el archivo en televisión. No entiendo qué necesidad hay de volver a armar una escena que ya cumplieron, tanto Antonio como Susana, y con creces. ¿Por qué Telefe no repone en televisión las visitas de la Abuela living de Susana? ¿Por qué no las suben bien a su canal de youtube? ¿Por qué no las ponen en una plataforma de streaming? ¿Por qué la televisión es tan torpe en la gestión de sus archivos? 

Cuando sigo revisando los sketchs de Antonio, de todo tipo, encuentro comentarios contemporáneos donde se lamentan de la su ausencia en la realidad -un sitio al que Gasalla ya no pertenece-, y señalan, como modo de conformarse, que al menos ahora tenemos sus vídeos... Nos quedan horas y horas de genialidad, suelen decir, para ver cuando queramos. ¿Por qué a algunos nos alcanza con eso y a otros no? ¿Por qué la televisión no sabe eso que youtube sí? ¿Serán nuestros ojos los que cambian de una pantalla a otra? 

No voy a mirar el sketch de Campi con Lizy y Leuco. Los tres están muy lejos de la dupla legendaria. Cuando Antonio hacía de Ester Estress una vez se obsesionó con las etiquetas de la ropa. Su partenaire le decía, sentada en la cocina de un hogar de clase media tirando para baja, que qué tan grave podía pasar si lavaba en la máquina algo que decía lavado a mano. "Espero no enterarme nunca qué puede pasar", decía Ester poniendo cara de bronca, la voz firme y los ojos saltones. Bueno, así.

jueves, 4 de julio de 2024

la televisión y sus destinos


Continuo entrando y saliendo de las textualidades, como una viajera extraviada que ha perdido sus papeles de contrabando y ya no sabe cómo continuar leyendo. Me sorprende que las imágenes elegidas para representar a Alf nuevamente ante el público luego de seis años de ausencia sean imágenes televisivas. En la sala de reuniones de un comité decidido a resolver el futuro del Proyecto Alf, los oficiales que protagonizarán la película proceden a mostrar grabaciones de las pruebas de laboratorios a que el extraterreste fue sometido en los últimos seis años. En las cintas que transmiten se van salteando las fechas, yendo de un año a otro rápidamente, mientras Alf no cambia de postura ante las imágenes. Está en todas sentado, respondiendo preguntas, realizando cuestionamientos, a veces atado, otras desatado.

Así se abre la película "Proyecto Alf" en 1996, cuando se pretendía cerrar la trama inconclusa que la serie deshilachó seis años antes. La televisión fue importante para Alf como serie. Él mismo la miraba asiduamente. Willie apareció en ella a propósito de una estafa de la que fue víctima, otra Alf se coló clandestinamente en la pantalla televisiva de sus vecinos para hacer entender a Raquel que no estaba loca por haberlo visto. En una ocasión Willie y Brian fueron entrevistados por un canal local, en otra el propio Alf escribió guiones para una telenovela basándose en lo que estaban viviendo en la casa. Hubo más, puesto que Alf mismo soñó para sí un show televisivo más de una vez. La serie dedicó un capítulo doble a esta fantasía en uno de esos casos, y, en otro, los debates televisivos con motivo de las elecciones presidenciales se colaron en los ojos y los sueños de Alf y Kate.

Alf fue una fantasía hogareña, y como tal no dejó nunca de tematizar la televisión. En la película no aparece solamente al comienzo, sino que se vuelve el nudo de la trama. El ex investigador de la NASA que traicionará a los nobles soldados pretende presentar a Alf en la televisión internacional a través de una entrevista vía satélite que el ejercito llega a tiempo de detener. A diferencia de otras serie como La niñera, donde la televisión aparece tangencialmente, aquí se va volviendo omnipresente. De hecho, la casa de los Tanner es la reversividad de las imágenes. El exterior que Alf recibe llega a él a través de la pantalla, mientras que el interior que recibimos llega a nosotros a través del otro lado de esa pantalla. El interior de ese hogar y la cinta de vídeo a través de la cual vemos a Alf, su televisación, funcionan en espejo.

Por estos días, uno de los sacerdotes conservadores que escucho debatir sobre las condiciones actuales de la teología y la doctrina cristianas en sus sermones se refiere a sus vídeos de youtube (cada predicación es grabada, y luego subida) como "la televisión". Isabel de Gran Hermano entendió cuando estuvo con Martín Cirio vía stream que no podía decir malas palabras por el horario televisivo, como si las formas se equivalieran. La trama misma de las tendencias de X ha estado dominada en los últimos meses por una experiencia televisiva como es Gran Hermano. Estas supervivencias incandescentes de la televisión, contrarias a sus pronosticados finales, no nos hablan tan solo de la multiplicación e hibridación de las pantallas sino del lugar central de la televisión como fenómeno cultural para leer las demás pantallas. El efecto televisión continua, y será necesario volver a pensar qué era aquello para entender las formas presentes y sus destinos. La representación de la televisión dentro suyo, su inscripción en las series, tal como las escenas de lectura en las novelas, podría darnos algunas pistas no sobre lo que la televisión fue y es sino, lo que es más importante, sobre qué imaginamos que sea.

domingo, 28 de febrero de 2021

el got talent

 

Una mujer con alas de utilería llega al micrófono y se presenta. Alcanza a decirnos su nombre antes de llorar. Desde el jurado le consultan el motivo de sus lágrimas. Lleva todo el día muy emocionada. El tema que nos cantará significa mucho para ella.

El escenario es notable. Detrás, una pantalla led proyecta el logo del programa la mayor parte del tiempo, como si de un verdadero telón se tratase. Durante algunas presentaciones, las imágenes cambian en función de lo que está aconteciendo allí delante. En el borde superior cuelgan cruces en blanco, una por cada miembro del jurado, con sus nombres incluidos. Si durante el número ellos desacuerdan con lo que está sucediendo, presionan un botón rojo delante suyo: esto convierte la cruz superior de ese jurado, inmediatamente, al mismo color. El botón rojo no es usado siempre, sino apenas en los casos en que resulta necesario mostrar un disgusto excepcional. Si el desacuerdo con el talento mostrado no es para tanto, se espera a las valoraciones y votos. En estos puede expresarse lo negativo y ofrecer un "no" en lugar de un "sí".

También existe un botón para mostrar agrado excepcional. El botón dorado (golden buzzer, en su versión original) supone un pase directo a las semifinales. Cuando se aprieta, cae una lluvia de papel picado sobre el protagonista y la cruz del jurado que presionó se vuelve dorada. Incluso en cada edición suena una música característica del momento dorado. Es una ceremonia de imprevista consagración: los vídeos de botón dorado son una categoría aparte entre todos los que hay de cada got talent en youtube.

Además hay otra cruz, pero en el piso del escenario. Marca a los concursantes donde pararse. Al no estar acostumbrados a estar dentro de la tele sino a mirarla, no saben cuál es el mejor sitio donde estar para convertirse en imágenes.

La mujer alada está parada sobre su cruz. Tiene delante el micrófono, con pie y todo. Había perdido la ilusión de cantar hace más de diez años, cuando su pareja falleció. Comienzan a cerrarse los hilos sueltos entre su presencia, las alas y el rostro. Paz se sonríe y la mira, asintiendo. La desconocida con alas afirma que él es un ángel pleno. Los aplausos hacen de transición hacia la actuación.

Esos aplausos vienen de las plateas, repletas, pero también de unos balcones que cubren el añejo teatro. El público tiene que estar allí, volverse también él mismo una imagen. A su vez, su criterio (sus aplausos) sirve al jurado como ilustración de un talento. Un talento, aunque no se sepa nunca muy bien qué es ni qué implica, lleva implícita siempre una relación con esa multitud desconocida que logra, por intermedio del talento que les es revelado, vincularse íntimamente con quien está sobre escena.

En este caso, ¿a qué será que aplaude el público? ¿Al dolor de la muchacha o a la capacidad de su amante para volverse ángel? ¿Es una defensa ante la posibilidad de morirnos, como si aplaudiesen a la muerte para aplazarla por ruido? ¿O es un aplauso de coraje, que nos manda enfrentarnos juntos a lo que sucede?

Cuando comienza, la balada se nos hace conocida. Está en otro idioma, pero no importa: rescatamos algunas palabras del inglés. Noche, límite, corazón. Su voz está a la altura de las emociones. Se mimetizan talento y emoción, parece no pudieran separarse. En una compilación de "audiciones emocionantes" los editores han tenido el decoro de quitar las valoraciones posteriores. Aunque se esfuercen por no redundar ni repetirse, las palabras que continúen a las “audiciones emocionantes” son esquirlas de una ola mayor que ya llegó a su cresta y solo puede descender. 

Atravesando la desilusión, la mujer se ha parado allí a contar su historia. Durante los minutos de canción, sus manos se han movido conversando con un fantasma. La cámara capta esta coreografía minimalista, un contacto con la invisibilidad adyacente. Ha usado el escenario como una plataforma desde la cual mediar con otros mundos, a la vez que enunciarse en éste. Todo ese movimiento es tomado por jurado y público con naturalidad. Hay pudor y sorpresa, también lágrimas, pero nada de ello detiene lo que sucede en el escenario. En todo caso, lo prepara y acompaña.

Por necesitar el escenario, la historia parece no pertenecer del todo al yo. La mujer se para y cuenta su historia. Pero, ¿de dónde vienen las historia? Ésta por ejemplo, ¿de adentro suyo?, ¿del mundo pasando por su cuerpo? ¿Habla por sí ésta mujer? ¿o habla por quien ya no puede hablar?



Las veces en que el botón dorado se aprieta se enlazan inmediatamente a la emoción. Muchas veces es la emoción misma la que la provoca. Las compilaciones del American's got talent ejemplifican bien esa serie. Cristopher, acompañado por una mujer anciana (podría ser su mamá o su abuela, resulta es su abuela) canta The rose. Su voz es tremenda y el tema se desliza sobre las muchas formas que decimos es el amor cuando hablamos acerca de lo que desconocemos. A diferencia de su firme voz, su cuerpo ha temblado todo el momento previo y posterior. Acá la emoción es por lo frágil. En otro una niña pequeña y muy decidida canta los agudos al gritar this girl is on fire, fire, fire. Ahí la emoción es por lo pequeño. Susan Boyle regresa al ciclo que le dio fama e interpreta una balada omnipotente en que nos vuelve a hablar desde el corazón. Ahí el botón tiene que ver con la justicia.

Pero hay otros casos (y en la versión española también los hay) donde el botón dorado se conecta a la emoción en el momento mismo de darse. Tal vez lo que ha sucedido es del orden de la proeza, la maravilla o la técnica y no toca necesariamente la conmoción emocional de los cuerpos. Sin embargo, al otorgarse esa marca dorada como una corona de excepción para los participantes, estos se quiebran y ceden a la emoción por la dificultad, la justicia, el merecimiento, el logro...

Cuando la televisión trabaja en el lenguaje de los afectos nos descubre comunes, y no hay motivo para que ese dato le quite mérito. La emoción es esperable e igualadora, tal vez una de nuestras últimas ilusiones democráticas no sin razón interpelada por medios masivos y política por igual. Los niños con cáncer, las mujeres golpeadas y el chico que perdió a su amigo -y le canta que está celoso de la lluvia que sí lo puede tocar-, todos ellos también desfilan por las cruces  de asistentes y jurado. El pase vip recién conseguido los sorprende porque, aunque el relato se repita, las personas parecemos estar hechas de algo que no. Es en esa situación que lloran, como si dentro tuviesen un botón que al accionarse les permitiese derramar agua similar a la lluvia hecha en papel picado color oro que está cayendo encima de ellos.



El got talent se vuelve una novela sin guion. A medida que vemos los vídeos, y no importa en qué orden, los jurados, el presentador, incluso quienes llegan a actuar, se nos van haciendo más familiares cada vez. Sus reacciones se tornan esperables, o por esa misma codificación es posible aportarles expectativa, intriga o sorpresa. Como todo reality, el got talent comparte con las telenovelas una trama a ser revelada en el tiempo de emisión. El hecho de que esa trama no pueda ser escrita de antemano suma riesgos que parecen resultar atractivos al programa emitido.

Muchos no lo observan por la televisión sino a través de youtube. Por lo que se lee debajo de cada vídeo, parece tratarse de personas que no viven en España, y por ello no logran dar con espacios de emisión del envío, ya sea en cable o en línea. Son muchos los latinoamericanos que asisten al got talent desde sus remotos hogares tercermundistas. Los espectadores se vuelven sus propias madres
cuando, pongamos por caso, miran Elif por la pantalla de Telefe en nuestro país. Ésta otra novela no será turca, pero sí española y para distancias y otros paisajes parece lograr equivaler.

La mirada puede recortarse, ella también, sobre algún personaje como en toda novela. Volverlo nuestro favorito. Una de las últimas incorporaciones puede llenar ese lugar en el caso de Dani Martínez. Humorista contemporáneo en su tierra, se incorporó al got talent en la edición anterior, la de 2019. Su
comicidad se yergue desde el cuerpo y la improvisación de situaciones (sketchs) que otros jurados, conductor, público o participantes le permitan. Todo ello acorde a su pose y profesión.

Sin embargo, por las características del programa, las imágenes mueven a Dani hacia otro tipo de situaciones a la vez. El susto, el llanto y la seriedad también son habitados por su rostro en cada gala. Podemos asistir a la performance de sus ojos, donde además de sonrisa caben otras cosas.

Unas motos le pasan encima durante un juego de piruetas. Un bailarín francés se draguea y hunde el rostro de Dani sobre sus tetas de almohadón. Un grupo de niños refugiados marroquíes que han sido abandonados en la frontera se paran y cantan delante suyo. La necesidad de defender a una pareja de baile del juicio de Risto Meijide lo lleva a ponérsele de espaldas y menearle.

¿Sabrá Dani lo que hacen nuestros ojos con su cuerpo? En cada descolocamiento de sí mismo que el show provoca, caben cada vez más fantasías y posibilidades sobre su masculinidad. La otra noche una mujer se hacía la enamorada suya sobre el escenario mientras hundía un clavo sobre la nariz. De la punta de ese clavo colgaba el retrato de Dani Martínez. El galán estaba delante, aunque tuvo que darse vueltas varias veces y hasta tuvo miedo cuando esa Marilyn excéntrica le pidió que sacase la espada que acababa de ponerse entera dentro de la boca.


A veces las mujeres cantan, pero otras aparecen magos que hacen trucos de cartas u objetos, escapes o ilusión mental. Todo con audiencia y jurado por testigos y partícipes. Anterior a la que ahora se está emitiendo, el got talent español tuvo un jurado conformado por Dani Martínez, Risto Mejide, Edurne y Paz Padilla.  En la que se está emitiendo ahora falta Paz. Entre los comentarios de youtube, muchos se preguntan por la ausencia de Padilla, aclamada humorista en su país, que siempre ponía buen rollo al asunto y codiciaba la musculatura de los fortachones que se presentaban a levantar pesos por talento. Ella decía la pasaba mal en los números de riesgo. Santi Millán, el presentador del got talent, preguntaba a una Paz de ojos rojos qué le había parecido el número. Un muchacho acababa de sumergirse en una caja de cristal y agua por ocho minutos. Llevando al límite el tiempo sin respirar ("jugando con las cosas que necesitamos para vivir, el agua y el aire" dijo Edurne muy atinada esa noche), mientras buscaba zafarse de unas cadenas para poder salir. Ahí fue la vez que ella dijo no le gustaban esos números así, donde era necesario ponerse en tanto riesgo. “¿Por qué lo hacen?”, preguntó... “¿Por qué lo haces?”

La pregunta de Paz quedó sin respuesta esa noche. El muchacho contó algo acerca de las posibilidades e imposibilidades dentro de un cuerpo: él era del partido de lo posible. Pero la interrogación de Paz excedía a ese muchacho mojado que tenía delante y se ubicaba más allá.

Es curioso nadie recuerde esto en los comentarios a los vídeos que se están subiendo actualmente. En uno de ellos, la consulta se expresa así: "No entiendo por qué no está Paz en los vídeos. Los veo a Risto, Dani y Edurne pero no a Paz". Se trata de una escritura voraz, que pasa por el vídeo arrasando con todo su significado y llevándoselo consigo. La lectura que hace confunde vídeo y programa, y sin distinguir uno de otro se pregunta por qué no está Paz en el vídeo, y no en el programa.

Otra posibilidad es que de veras le hayan molestado los muchos comentarios en plan tío ofuscado de Risto. Mejide hace de duro. Su moral es alta, expresando siempre conceptos nobles acerca del valor, la bondad, el talento, la emoción, el público y la televisión. Su conducta juega a ser coherente e intachable. Lleva gafas de sol todo el tiempo, velando sus ojos. Una vez se puso romántico y dijo que esto era porque su prometida era la única que tenía derecho a verlos o que él solo tenía ojos para ella, una cosa por ahí.

Volviendo a nuestros ojos, a medida que pasan los vídeos por ellos se van prodigando memorias de una vida que nunca tuvimos pero con la que igual fantaseamos. ¿Qué canción cantaríamos sobre el escenario? ¿Qué tipo de alas de utilería llevaríamos con nosotros? Tal vez estos vídeos no lleguen a ser ficciones, sino algo menor, más rudimentario y previo. Fábulas o cuentitos apoyadas en un espacio más difuso e inestable entre vida, poesía y realidad. Aunque es cierto ninguno de esos tres términos logren equivalerse y tan solo se señalen mutuamente hasta necesitarnos.

martes, 26 de enero de 2021


Veo en youtube unas emisiones completas de El palacio de la risa. El usuario Valentín Spagnoli las subió hace algunos años. A diferencia de otros canales que por ese mismo tiempo recortaban y cargaban a la plataforma segmentos (personajes), acá se reponen los cincuenta y chirolas del envío de ATC.

Una de las primeras impresiones que causa la continuidad repuesta sobre los sketchs es el avasallamiento. Los actores cambian de personaje en cuánto se consiguió un mínimo de estabilidad en la propuesta anterior. Así sus mundos nunca logran domesticarse, aunque sea la domesticidad lo que la abundancia de interiores hace suceda en la pantalla. Muchos de los cortes de apertura y presentación del programa en sus años de vigencia refirieron a esa multiplicidad, centrada en el rostro de Gasalla pero también hallable en los cuerpos de Norma Pons, Roberto Carnaghi y Ernesto Loran, por ejemplo.

Las escenas, por su diversificación, nos pasan por encima. Por eso hay avasallamiento, como si a fuerza de actuar lograsen algo más que hacernos reír. Antonio nombró alguna vez a su comedia como un "humor más mental", pero no es a eso a lo que quisiera referirme sino más bien a lo que sucede con los "cuentitos" durante esa bifurcación constante. "Cuentitos" es una categoría que el actor también construyó en entrevistas, vagamente, para determinar lo que cada personaje llevaba consigo al presentarse.

Otra impresión es la abundancia, el derroche que sucede durante esa embriaguez. Hay anécdotas de esto también, citadas al recordar el momento de grabación con Alejandro y Humberto como un exceso. A veces se les iba la mano y el material producido allí mismo, guionado por el movimiento de sus cuerpos delante la cámara y no antes, era tanto que no cabría en la televisión. El director les pedía volver a hacerlo, pero ahora más breve. 

Mucho se piensa entonces en la capacidad de este texto para llevar algo de Teatro a TV, y esa historieta del pasarse de mambo, como el avasallamiento y el exceso así lo probarían. También este presente, entre Volver y los fieles espectadores de youtube, nos habla de lo que no cabe o se hizo demás. ¿Cómo habrán hecho las imágenes para hacerse demás? Para pasarse de hervor y poder seguir alimentando más allá del momento en que fueron servidas... 

Mientras miramos nos damos cuenta El palacio... es un título que refiere al lujo, un topónimo que no le queda grande al programa en ningún momento. Cuando le preguntan si volvería a hacer televisión, él repone "a la televisión ya la hice y ya la aprendí", como si esas imágenes sueltas, dispersas en el hilado arbitrario que las une ahora frente nuestro, fueran no una enseñanza de lo que la televisión puede (como tantos comentarios bajo los vídeos hoy nos lo marcan) sino meramente la trayectoria de un aprendizaje que ellas hacen, quién sabe en busca de qué tipo de saberes.

Salto de las charlas de la Abuela en el living de Susana a la conversación que mantienen la Tota y la Porota en la puerta de sus casas. El sketch se inventó cuando Jorge Porcel y Jorge Luz chacoteaban en plan personaje femenino por los pasillos del canal. Javier Portales iba por allí y las saludó, "¿cómo les va las señoras?". Dicen fue Luz quien puso los nombres a cada una, que son parlantes pues se adecuan a las propiedades de ambos cuerpos.

La Tota no se mueve de su sitio, escoba en mano inicia el relato y dialoga con quienes pasan. Al igual que en las visitas de la Abuela, la fantasía sucede en un intervalo de las tareas, una pausa que al calor de los deseos y los recuerdos se va ensanchando a medida que la conversación transcurre. Pronto se habrá de volver. (Ella estaba barriendo, ¿será por la mañana, antes del mediodía?). El rostro es lo que mas atrae en la Tota, enviciado de romances posibles que horadan su presente y la alejan: los ojos se posan más allá de la cámara, pues en muchas ocasiones no la mira de frente sino expandiéndose al horizonte que ella observa.  

Mientras la Porota llega de otros sitios, apurada por el enojo de los piropos recibidos a los que corresponde con insultos. Su atuendo recuerda a la Nachita que Ángelines Fernández hizo más o menos por los mismos años. Una mujer dual, agarrada a su cuerpo, buscando conservar una postura que al momento se le va. Una voz menos grave que la de Porcel, donde todo parece irse para adentro.

Como la Abuela con Susana, se trata aunque otras personas las visiten de mujeres solas que hablan al costado de los acontecimientos. Si la comicidad surge es por una complicidad tejida en ese tiempo robado por el cual vuelven a tomar postura en el presente. La conversación distiende las demás posiciones, como un corset que se afloja, para dar paso a otras enunciaciones en que caben la salud y la enfermedad, las calenturas y el insulto, la demanda y el anhelo, entre otros géneros del deseo que cada una de ellas cultiva en todos sus encuentros.

Son momentos fascinantes donde cámara y actuación nos permiten detenernos sobre ese entramado frágil, en permanente peligro, con que los días están hechos. 

Quiero decir, la vida es una imaginación como cualquier otra.

viernes, 22 de enero de 2021

Rosas de otoño


Cada uno de los vídeos, incluso aquellos que pertenecen a períodos no tan lejanos en el tiempo, posee una película de seda impresa sobre sí que le otorga un aura que sino es de antigüedad, es de presente horadado por la memoria que arrastra. Parece un beneficio que la edad les ha otorgado. En vez de sucias, las imágenes parecen haber cobrado un sedimento, volviendo más sólido lo que ya estaba y no podía ser visto.

El aura viene del pasado, pero su imaginación pertenece al presente. Las imágenes siempre imaginan en presente. Investigar sobre este suceso contemporáneo a nuestra experiencia nos enrieda y entusiasma. El entusiasmo corresponde al descubrimiento retrospectivo: un darse cuenta que las imágenes van enseñando a medida pasan delante nuestro, anexo a su perenne fascinación. El enriedo por su parte se liga a la diseminación que enuncian, como polvo que vuela, cada vez que las tocamos. 

Veo entrar a Alberto Closas en el sketch de Soledad. Entonces apunto su nombre y detrás suyo encuentro una serie de películas, obras de teatro y apariciones televisivas. En su caso, por ejemplo, las imágenes, algunas irrecuperables, que los títulos prometen han sido tomadas en varios países por los que cuerpo e imágen han transitado. Closas falleció en 1994, poco después de su visita a la Argentina donde tuvo tiempo de hacer chistes de doble sentido con la señorita Soledad. Todas las promesas son anteriores a ese momento, y lo acompañan. Se abren en la imagen que recortamos. 

También aparece junto a su nombre el célebre matrimonio con Amelia Bence. Y en Amelia se guían otros derroteros, más títulos y más promesas. Entre ellos, junto a su nombre es imposible no inscribir la dorada letra de su amiga Mirtha Legrand. 

Tras sus términos, cine, televisión y teatro se dan la mano a la par de exilios, viajes y matrimonios. Entonces el alfabeto de polvo que las imágenes diseminan se vuelve todavía más incontrolable y nos obliga a seguir mirando. Con ellas vamos hacia atrás a la vez que hacia adelante en busca de los cuentos perdidos, las explicaciones no dadas y las promesas por cumplir. En algún sitio habremos de caber nosotros. 

me llené de mocos

Me llené de mocos. No deben haber aparecido mágicamente, pero los noté con claridad el viernes a la tarde, en el exacto compás en que acabab...