miércoles, 10 de julio de 2024

afuera / adentro - desencuadres

Afuera están las pantallas, adentro las personas y no al revés, al menos por esta escritura. Como en las series adolescentes, los últimos programas de GH se dedican a mostrar recuerdos de sus personajes. Algo interesante de este reality está en esa manera de poder tener grabados, editados y musicalizados cada uno de esos recuerdos de antemano. Se parecen más a las series que cualquier otro programa porque las representaciones son hogareñas, vinculares, narrativas. Hay tiempo que ha pasado, pero también un mismo lugar a la manera de un mismo set, solo que aquí coinciden casa y set televisivo. La toma final de Bautista dentro de la casa antes de irse comienza desde las paredes ahuecadas de la estructura para luego dirigirse a la imagen completa del hogar donde el lente de la cámara, su encuadre y la casa coinciden para entregarnos la invención de una interioridad.

En las series, los recuerdos de los personajes pertenecen a su construcción como tales. Acá esas grabaciones, estén actuadas o no, contengan el grado de ficcionalidad que contengan, coinciden con sus vidas. Por eso uno de mis momentos preferidos en el formato es cuando, aún adentro, los finalistas miran por televisión sus recuerdos. Bautista señalaba en su carta de despedida que las anécdotas vividas las deja para su memoria y las redes sociales. Tiene razón porque sus recuerdos ahora están en ellos pero también fuera de ellos. Gran Hermano consigue textualizarlos por fuera de ellos porque es el relato de una interioridad inventada, la casa, donde a través de ese artefacto logra quedarse con otra interioridad, las de las personas que la habitan. 

A través de la casa, que es televisión, la cámara se queda con sus recuerdos, que son realidad. Cuando ya posee sus recuerdos, los deja ir quedándose con ellos y devolviéndolos a la realidad. Allí ellos tienen contactos con las pantallas, pero no las pantallas con ellos. En el conteo de los números del fenómeno, se incluyen los "más de doscientos días" sin redes sociales. Las redes quedan del lado de la exterioridad, la televisión de la interioridad. Quizás sería necesario dejar de pensar la televisión en términos de ficción/realidad para hacerlo en otros más interesantes, y más humanos, como interior/exterior. Aunque todos los binomios sean errados, si Derrida tenía razón, ya que desconstruirlos no es voluntario ni consciente, al menos escojámoslos mejor. O interrumpámoslos, en el momento mismo en que entre interior y exterior aparece la televisión. 

Bautista se despidió con una frase de The Truman Show, una película que junto a Esperando la carroza y Volver al futuro resultó de las más nombradas y referenciadas dentro de la casa. Son los recuerdos del cine en su ausencia, y ese mínimo desencuadre de la cámara final que muestra el plano desde afuera de la pared antes de ir adentro, también es signo de esa conciencia respecto a las imágenes televisivas que de todos modos ni las descarta ni las niega, sino que aún las halaga.




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