lunes, 30 de junio de 2025

diario del lunes


No tendríamos que pensar con el diario del lunes. En general hace mal y arroja intuiciones inexactas. Pero esta fue para mí la noticia del día. Una tarde atrás me quede prendado al atardecer de Teherán con sus calles abarrotadas de ciudadanos huyendo. Otra enganchado a la conflictividad social de una sentencia judicial. Hoy al amanecer helado de Paraná con la primer muerte por frío del invierno. 

A lo largo del día me acuerdo de las épocas donde en Casa Solidaria o en Puentes algunos militantes sociales aprendíamos de otros qué era esto de la "situación de calle". En Paraná, Casa Solidaria fue de las primeras organizaciones comunitarias que comenzó a usar ese término entonces defendido y debatido, a su vez, por otras organizaciones en las ciudades centrales del país. En aquel entonces no había refugios en forma regular ni la situación era entendida por autoridades y vecinos como un problema, un presente, algo tangible a nuestro alrededor. Se desconocía, se pensaba superficialmente o se desentendía del tema. De entonces ahora los refugios existen, a la par que las personas en situación de calle han ido creciendo exponencialmente. No solo es la crisis económica, sino también la crisis de los cuidados y la salud mental, por supuesto. Hay más refugios, hay un debate un poco más amplio y hay más actores sociales genuinamente involucrados en la problemática.

Sin embargo, la muerte de una persona en situación de calle nos hace dudar de cuánto hayamos podido transitar en esta década como ciudad. Cuando el titular estalla se reclaman refugios y "medidas", dios sepa qué medidas. ¿Qué se imagina cuando se pide que se haga algo? ¿Cómo creemos que se hace para que una persona no esté en la calle? Como cuando pedimos a los gritos que alfabeticen a un niño, ¿cómo creemos que se da tiempo a un proceso? A veces al pensar sobre estas necesidades nos volvemos ilusos y pedimos intervenciones rápidas, ligeras, superficiales. 

Los refugios existen. No así necesariamente las condiciones para que esos espacios sean habitados. Como aprendimos en Casa Solidaria, en Puentes y en tantas otras experiencias señeras: las personas no terminan en la calle azarosamente, la situación de calle no es un problema habitacional. Sin desconocer los límites materiales del conflicto, ¿qué caraj* estamos entendiendo por humano al creer que alguien duerme en la calle nomás porque no hay camas en un refugio o una guardia civil? 

El cuidado posee raíces más profundas y una lentitud mayor que una cama y acolchado. Esos podemos hacerlos rápido en la Escuela Normal, la Catedral o Defensa Civil siguiendo las imaginaciones de varios vecinos y vecinas en esta jornada. No, no es eso. Se trata de la trama comunitaria, la salud comunitaria, la escucha comunitaria... que no se hace tan fácilmente. Podríamos probar trocar nuestros reclamos de hoy, en vez de por más refugios, por más financiamiento para Red Puentes, más psicológos, talleristas y cuidadores para el Refugio municipal o la Secretaría de DDHH local. ¿Pero los habrá? ¿Nos habremos preocupado de formarlos en los últimos años? ¿O en qué habremos estado pensando? Desde la práctica de un psicoanálisis individualista y clasista a la falta de territorialidad problematizada de la extensión universitaria; desde el poco cuidado de sí mismo y los demás al decaimiento de las instituciones clásicas de cuidado y acompañamiento a las familias como el hospital y la escuela. Una comunidad no es un titular, es una trama. 

Ajá. Estoy tirando la pelota bastante lejos. Pero en eso pienso hoy. La construcción de un cuidado común no la vamos a poder hacer rápido porque hace frío y la gente se muere en la calle. No, no va a ser tan fácil aunque quisieramos. ¿Qué prevención podemos empezar a imaginar? ¿Qué cobijas más hondas? Cuando se trabaja con personas en situación de calle a veces se ayuda a cronificar la situación, nomás a que la persona aguante más. Otras se acompaña, se testifica, se aprende. Otras se haya un márgen para transformar, retomar, empezar. Pero ahí, en todos esos casos, se trabaja en el límite. 

Como cuando retamos a un niño me pregunto, ¿qué pusimos antes del límite? ¿Qué construimos como adentro de ese límite? Tendemos demasiado a mirar los contornos, pero no los continentes.... Bueno, en algún momento habremos de empezar. Quiero decir, solo la crueldad es veloz. La ternura en cambio necesita mucho, muchísimo tiempo más.

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