Sobre la marcha de hoy, pero en general sobre este tiempo, suele decirse "a cuidarse" y "cuidemonos" pero sin precisar casi nunca qué sería cuidarse. ¿Qué cuidados preparamos? ¿Qué cuidados concebimos? Interrogo este cuidado político porque es el que me interesa, y sobre el que albergo mis ilusiones. Entonces, ¿cuál cuidado?
En la última década, conocí muchas prácticas de cuidado en ambientes alejados de la discusión político partidaria actual del país. Esos espacios tienen en común haber sido transversales al último kirchnerismo, el macrismo, el gobierno del Frente de Todos, el aislamiento social y el actual avance totalitario. No fueron respuestas elaboradas para esas coyunturas sino lecturas amplias del avance del capitalismo sobre cuerpos, saludes personales y comunitarias, amores, infancias, tierritas, vejeces, artes, pedagogías y más y más.
Aunque parezcan ingenuos por sus posicionamientos demasiado amplios, estos espacios me proporcionaron directrices de cuidado personal y comunitario mucho más claras que otras formas de militancia que haya conocido.
Por eso ahora que hablamos, una vez más, de cuidarnos, me entusiasmo y me pregunto qué cuidado ensayaremos... Sí, iremos a marchar. Sí, trataremos de no caer en provocaciones. Sí, vamos a ir en grupo... ¿Pero podemos ir más profundo?
Podríamos compostar quienes aún no lo hacen, dejar de tomar gaseosa quienes aún lo hacen. Regular el uso de la pantalla nuestra y de las infancias que acompañamos, movernos más. Podemos gastar nuestra plata en redes comunitarias en vez de transnacionales. Nada muy exquisito ni tiktoker, sino algo apenas más humano. Si tenemos el suficiente acomodamiento socio-economico para hacer paro o para ir a una marcha, también podemos ensayar cambios en nuestra vida.
Dicho esto porque creo que han sido demasiado menospreciadas las prácticas de cuidado realizadas en esos espacios comunitarios y transversales que mencionaba más arriba: sus mingas, sus huertas, sus rondas, sus barajas. Siento que esos intentos han sido más criticados a veces que los propios bancos o el poder financiero. Durante la campaña pasada, sin ir más lejos, se criticaba a Grabois por derecha y por izquierda porque hablase de agroecologia y buen vivir. Teniendo muchísimos otros aspectos que podrían criticarse, el punto era ese. Yo, en cambio, desde el pie de mi depto barrial sentí lindo de oír esa palabra en una dirigente. La palabra que usa la Fer para su almacén, que usa el Nico para hablar de sus sueños, que usa la Alfon para mencionar sus clases o sus recorridos por el interior del interior.
Hace unos años creímos que la crisis planetaria de los cuidados junto a la proliferación de las enfermedades (respiratorias, cáncer y autoinmunes) podía hacernos de límite y viraje. Sin embargo, en términos políticos así no ha sido. ¿Entonces vamos a seguir ninguneando el cuidado o de verdad le daremos su lugar? En medio de una coyuntura en que lo que se debate es la seguridad previsional de un país, el término no es menor.
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