Falté a casa docenas de horas estos días, de modo que antes de dormirme enciendo una vela a medio hacer de las semanas pasadas. Saco una carta, me hago el mate, prendo un sahumerio de jazmín y rizo mi pelo, mi pelo, mi pelo después de bañarme. Qué misterio tan grande, dejar nuestros ojos sueltos y de repente ver. Son ritos escasos los que celebro en esta casa para que ella vea en el tumulto de la noche por mí. Tú estás aquí, le digo, eres firme como la roca sobre la que edificaré mi iglesia. Así no esté aquí, tú estás aquí. Siento mientras duermo la gravedad que ejerces, las lunas que atraes. Te entrego mi cuerpo, mis bienes preciados. Cierro los ojos en algún momento que solo tú conoces, presta como estoy a empezar de nuevo. Tejerás mantas de bijouterie para ocultarme.
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