viernes, 12 de enero de 2024

tres textos



Desde los días del aislamiento social obligatorio, suelo contrastar mis planes cotidianos y personales con las noticias que recibo sobre mi comunidad. Comunidad en un sentido amplio y extenso que no solo abarca a quienes conozco sino también a quienes no en mi ciudad, pero también en mi país y los demás países. Se trata de percibir con mayor firmeza la intromisión de otras líneas temporales e interpretativas sobre mi vida: un anudamiento poderoso en el aislamiento social. Deberíamos poder atender ese nudo, separando incluso ese fenómeno, ese término, de la propagación mundial de un virus. Para mí podríamos, metodológicamente, separar la circulación del virus del aislamiento para permitirnos pensar qué sucedió, qué sucede aún, en ese aislamiento. No me parece necesario discutir el acierto o desacierto de la medida sanitaria, y por eso necesito dejar de pensarla como tal. En parte porque tampoco creo que su construcción, sostenimiento y repercusiones se sostengan solamente o ni siquiera en el sanitarismo.

 

Quiero pensar el aislamiento desligado de sus razones para entender cuánto de nosotros estaba predispuesto a y cómo. Una reflexión temprana de Preciado hizo hincapié en la manera en que el aislamiento delimitaba quiénes habían sido capaces de construir vínculos hacia el interior de una casa de quienes no. Qué sucedía con quienes no tienen hogar, pero también con quienes no tienen personas dentro de ese hogar. Aunque fuese una fantasía, aunque no fuese un estado permanente de la situación, habría que pensar, por ejemplo, en los efectos de esa fantasía. ¿Qué supone fantasear con que podríamos vivir fuera de los órdenes comunes? Dentro de ese interrogante, en Argentina también se labra la pregunta acerca de por qué quienes más enérgicamente se opusieron a esa posibilidad retrucan la necesidad, justamente, de esos órdenes comunes de cuyo uso se les estaba prohibiendo en ese momento

 

Me resulta desorganizador pensar en esto, pero simplemente quisiera con las preguntas de recién ejemplificar que aún es posible que pensemos sobre esa temporalidad, sin intentar desligarnos tan pronto de ella. ¿Qué otro tipo de eventos marcarían el final de la cuarentena? ¿Esos eventos deberán, también, ser de carácter mundial? ¿Qué lugar damos a la fantasía, textualizada incluso por muchos, de que esto pueda volver a ocurrir? ¿Qué sitio damos a ese temor?

 

En nuestra generación, pocas veces las noticias, como discurso de la vida en común, afectaron tan directamente nuestro quehacer y sentimientos como en los comienzos del aislamiento social obligatorio. ¿Por qué nos resultaba tan delirante ligar el discurso televisivo, la circulación del sars-cov2 que repetían los grafs, con nuestras vidas? ¿Cómo pudimos simular durante tanto tiempo que aquello que las imágenes hacían no tenía que ver con nosotros? ¿No podríamos aprovechar la rotura de esa simulación para que su sutura cosa la herida en otro sentido? ¿Qué se vuelve legible, ahora sí, rota la simulación?

 

*

 

Termino pensando en estas cuestiones para entender mi dificultad para vincularme con las protestas de esta semana en contra de las políticas culturales del actual gobierno argentino. Me pregunto si esa dificultad se encuentra en otros, cómo la perciben, qué les provoca. La enuncio en términos personales porque es la única forma que tengo de saber sobre ella, y todavía confío en la intimidad como una forma de conocimiento. Sin embargo, me gustaría encontrar otro léxico en que hablar acerca de esto.

 

No me da culpa. Los discursos que veo circular a mi alrededor (y estoy llamando alrededor a los estados de whatsapp que visualizo y leo cada día, y no sé si hago bien…), vuelven sobre lugares comunes no solo sobre las ideas de resistencia sino también de lucha, calle, arte y cultura. Encuentro poca interpelación en todo ello, solo identificación. Miento diciendo que solo whatsapp, también me sucede frecuentando las notas de Página 12 y sus comentarios al pie. Todo me va pareciendo esperable, y quizás por ello mismo no creo que tenga efectos políticos. La manifestación, el descontento, la oposición parecen ruidos de fondo con los que se avanzará igual porque su permanencia a lo largo del tiempo los han vuelto inaudibles para muchísimas personas.

 

Tampoco sé si permiten pensar, y como señaló Daniel Link, para eso hemos sido educados. No solo para quejarnos. No sé cuánto nos permite la queja pensar. Cuánto obtura, cuánto habilita. Me estoy preguntando con esto si en verdad el haber tenido este dinero disponible nos ha educado o no, y si somos capaces de pensar sin dinero. Como un síntoma, vuelvo a leer las investigaciones de mi admirada Analía Gerbaudo acerca de aquello que se denominó grupos parauniversitarios que, durante la última dictadura cívico-militar, hicieron de contraofensiva a las formas estatales de enseñanza y circulación de las ideas en Argentina. En especial, de teoría y crítica literaria. Accediendo a la memoria de aquellas gestas, sutiles y poco pintorescas, vuelvo a preguntarme por las condiciones materiales del desarrollo cultural. En una hipótesis arriesgada y de largo alcance, Ana señala que fue aquel arrojo el que permitió que luego, pese a las frágiles condiciones de la democracia argentina, se sostuviesen la lectura, la escritura y la enseñanza públicas en las décadas siguientes en el país:

 

Una práctica que consolida y fortifica el hacer futuro: si se pudo vencer el te(m)(rr)or provocado por el ejercicio de sostener la lectura y la escritura en tiempos de dictadura, ¿cómo no se habrían de vencer los obstáculos que se presentarían después? A pesar de las constricciones de diferente orden que van a atravesar hasta desgarrar el tejido social de la Argentina de la posdictadura (en especial hacia 2001), es posible detectar en estas operaciones aparentemente inocuas de resistencia cultural generadas durante la dictadura las claves que permiten entender cómo pudo sostenerse después la enseñanza en la universidad pública, la investigación, la producción de literatura, crítica y teoría.

 

Supongo que si en verdad somos una generación de cristal no debiera extrañarnos nos haya tocado una democracia de cristal. Por eso me pregunto qué es posible dentro nuestro cuando el afuera nos condiciona. También qué medidas debiéramos tomar, no solo en la preocupación por los organismos de financiación cultural de nuestro país sino respecto a situaciones de mayor alcance y afectación común como los avances de estados paralelos, como el que vemos en Ecuador crecer respecto al narcotráfico, alianzas internacionales crueles, como los que signan el destino del pueblo palestino e israelí en nuestros noticieros, transformaciones vertiginosas de aquello que entendemos por clima, como las que oímos suceden en cantidad de provincias de nuestro país. Quiero decir, tal vez erramos al creer que nuestra ofensiva es respecto al gobierno argentino y no a las condiciones de vida.

 

Para mí está bien que esperemos menos libertad de nuestras vidas por-venir. Tenemos que aprender cómo inscribir las temporalidades comunes a la nuestra. Entender que no se trata de nosotros, menos de lo que nos importe.

 

 

 

Tres textos

 

La esquela de Daniel Link para Perfil fue publicada también tempranamente, el 24 de noviembre pasado. Se llama “Menem lo hizo” y puede leerse aquí: https://www.perfil.com/noticias/columnistas/menem-lo-hizo-24-111-2023.phtml

 

La intervención de Paul Preciado fue publicada originalmente en ArtForum, sitio que desconozco, y reproducida por nuestra local Página 12 el 3 de abrirl de 2020. Se llama “La conjura de los perdedores” y puede leerse aquí: https://www.pagina12.com.ar/256540-paul-b-preciado-en-cuatentena-la-conjura-de-los-perdedores

 

El artículo de investigación de Analía Gerbaudo se desprende de su trabajo en el CONICET y su participación en un proyecto de colaboración internacional sobre las condiciones de institunalización de las humanidades en algunos países de América y Europa. En este caso, realiza una lectura del segundo número de la revista Lecturas críticas, aparecida fugazmente durante la última dictadura y los comienzos de la transición. El artículo es de 2017, se llama “La contraofensiva parauniversitaria durante la última dictadura argentina: el caso de Lecturas críticas. Puede leerse aquí: https://ahira.com.ar/estudios-criticos/la-contraofensiva-parauniversitaria-durante-la-ultima-dictadura-argentina-el-caso-de-lecturas-criticas/

1 comentario:

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