martes, 9 de junio de 2020

Hable con ella


Mientras terminaba su matrimonio y vida profesional, Giselle Rímolo sostuvo un romance con el abogado defensor que su ex-marido había designado. La trama es de Almodovar, sin dudas. Como en esos textos, fue el deseo quien ordenó los tiempos con su misteriosa pulsion.

A los años ellos se casaron. Tomaron la antigua costumbre de las visitas en el noviazgo. Juan Gainedú visitaba tres veces por semana el zaguán de Giselle en la cárcel cuando la pandemia sorprendió, como un aguacero, a ambos personajes. Entonces las visitas fueron cambiadas por llamadas que Gainedú realiza, religiosamente, cada día a las nueve de la noche.

Es difícil, pero también conmovedor, imaginar sus llamados a esa hora donde la penumbra ya hace rato está entrada en lo largo del otoño argentino. ¿De qué hablarán en lo que va de un encierro a otro? La novela será siempre el contenido de esos diálogos, su dimensión de posibilidad inesperada. En el anacronismo de sus llamados, con el recurso analógico a la voz por toda imagen, han de ser ambos hermosos, bajo ese brillo que la distancia produce sobre los personajes.

Leí que estudia arte y se dedica a recibir estímulos educativos como parte del programa de asistencia psiquiátrica que acompaña su condena. No sabemos si ora o lee. También es difícil saber cuánto podrá cuidar su aspecto o si le continuará interesando el presente. Está encerrada no sólo en una prisión, sino también en un destiempo. Muchos de los personajes de Pedro se encuentran en situaciones similares. El coma, la cárcel, el convento y la adultez como escenificaciones del futuro, como realización espacial del futuro. Por la elipsis del cine captamos ese paso como el despegue de un cohete. Algo de eso habrá pasado por el cuerpo de Giselle durante su apabullante detención.


Después, el cumplimiento de una fantasía: la realización del tiempo. Estar en otro sitio. Poder de verás abrirse a la potencia de lo incierto. Hablar en la oscuridad. Nosotros también seríamos muy bellos si hubiéramos conservado, en nuestro pasaje de un siglo a otro, la virtud de la lejanía.






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