viernes, 26 de abril de 2019

Lluvia








Una de las más traviesas de las energías del agua duerme la siesta dentro nuestro. A veces despierta, y siente ganas de corretear. Se trata de un niño, una niña. En esos momentos, con la meditación paciente de los bichos húmedos que viven debajo de las baldosas, se detiene en la imagen precisa de un hogar. Sueña las galerías, el jardín, los techos de chapa, la amplia cocina. Desgrana habitaciones, todas cuantas sean necesarias. En ellas distribuye objetos. Muebles, libros, juguetes, espejos, fotografías. Con los ojos cerrados, la pequeña criatura de la Lluvia visualiza las ventanas, los pasillos, las puertas. Si es necesario, imagina caminos, distancias, ríos. Busca entonces un ruido. Comienza a soltarlo con el pensamiento. 

Para cuando haya abierto los ojos, estará fuera, cubriendo al ser que habita con su mansa magia. Desde el interior hacia el exterior, la Lluvia provocará un momento de detención que ha sido consciente o inconscientemente buscado.





La Lluvia es una carta de interioridades. En la representación del mazo creado por Clow, la lluvia no supone un proceso externo, un suceso natural, una buena o mala noticia. Aquí no se trata de un fenómeno provocado por otros, ya sean seres superiores o iguales para nuestras "escalas". La Lluvia nos pertenece, ha nacido de nosotros para crear alrededor nuestro los ecofactores necesarios para que nos detengamos, descansemos, nos nutramos, hagamos el amor o contemplemos. 

El recorrido interior por el cual este momento de lluvia se ha propiciado puede sernos consciente o no. En todo caso, la pauta que nos permite saber que esta lluvia, como si fuese un embarazo, ha sido buscada es la felicidad física y/o espiritual que experimentamos al recibirla. 

Difícilmente resistamos al descanso que Lluvia propone. Es saludable que así sea. Dada su cercanía a otras cartas como Bosque y Nube, la energía húmeda de este criatura convoca a salir de ella transformadas en suavidad, experimentación y aventura. Es decir, da lugar a crecimientos naturales dentro nuestro (Bosque) a la vez que en ese riego nos tienta a reconocer qué está sucediendo allí. Esa mirada a través de las ventanas, por encima del jardín propia de Nube, ha sido permitida en este caso por Lluvia.

Por último, Lluvia es una celebración de la abundancia interior. Al imaginar las sucesivas habitaciones y sus pertenencias, Lluvia confía plenamente en que el afuera puede ser dejado a la merced del agua por el tiempo que sea necesario. A la vez que sabemos que el agua será benéfica para el afuera, tenemos certeza de que el interior tiene suficiente para protegernos, alimentarnos, seguir el amoroso curso de la vida. En este sentido, los pasajes por Lluvia siempre nos recuerdan que tenemos una vida interior y que esta puede ser igualmente de hermosa que la exterior. Quizás incluso más, y por eso Lluvia nos llama a echarle un vistazo. Tal vez hay ahí, en ese interior, algo a ser copiado, imitado o lanzado al afuera.







Al recibir esta carta en una lectura, estamos ante un momento de detención e interioridad similar al que traen a nosotros las imágenes del Cuatro de Espadas. Su acto de celebración y pasaje que arriba mencionábamos también recuerda al Cuatro de Bastos. Sin embargo, hay que recordar que no hay tareas concretas a ser realizadas en ese interior. Se trata de estar adentro mientras llueve. Estar es la tarea. 

¿Qué siento en este momento de lluvia? ¿Fue consciente su búsqueda? ¿Cómo registro mi cuerpo mientras llueve? ¿Confío en mi interior? 

La visualización de habitaciones acogedores a través de la acuarela, el uso de yerbas medicinales para permitir el flujo del llanto, el sonido de instrumentos musicales que imiten la Lluvia pueden ser algunos entre otros modos de hacer presente al travieso duende dentro nuestro que invita a olvidarnos un momento ni más ni menos que en nosotros mismos.

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