Cuando era chico me gustaba imaginarme viviendo en un subsuelo a causa de una profunda guerra acaecida encima de la tierra. Algunas veces, me encontraba enfermo en la fantasía y debían resguardarme. Me cubrían con muchos mantos manos desconocidas y me dejaban descansar entre grandes velas encendidas.
Las habitaciones y las bibliotecas siempre quedaban debajo de sucesivos pasadizos. Se debía bajar escaleras continuas para llegar hasta allí. Más que con la habitación, de cuya imagen pocas cosas recuerdo ahora, fantaseaba entonces con la distancia.
El episodio siempre acababa mirándome desde los ojos de alguien que llegaba de visita.
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