lunes, 22 de septiembre de 2014

Las voces tienen leguas

Cuando era chico me gustaba imaginarme viviendo en un subsuelo a causa de una profunda guerra acaecida encima de la tierra. Algunas veces, me encontraba enfermo en la fantasía y debían resguardarme. Me cubrían con muchos mantos manos desconocidas y me dejaban descansar entre grandes velas encendidas.

Las habitaciones y las bibliotecas siempre quedaban debajo de sucesivos pasadizos. Se debía bajar escaleras continuas para llegar hasta allí. Más que con la habitación, de cuya imagen pocas cosas recuerdo ahora, fantaseaba entonces con la distancia.

El episodio siempre acababa mirándome desde los ojos de alguien que llegaba de visita.

Milena

Milena es una chica que tiene veinte años, le gustan mucho los gatos y estudia Letras en mi misma escuela. Ella se sienta siempre conmigo porque somos mejores amigos.

Milena siempre sonríe y es la primera en enterarse de todo lo que pasa en mi vida. Cuando pasan dos días sin que nos veamos queremos hablar de tantas cosas juntas que nos olvidamos de todos y comenzamos a hablar de otros temas.

Estoy seguro de que si alguna vez yo quedara embarazada, Milena se las arreglaría para llegar al Sanatorio con globos, un regalo y una torta alemana. Llevaría una carta en la mano, se sonrojaría antes de hablarme de la carta y después me la leería. Ella sería la madrina de mi hija y solo discutiríamos porque ella quiere hacer que siga comiendo helado cando yo digo que no.

Milena estaba conmigo cuando comencé a estudiar literatura, cuando leí por primera vez a Calveyra y cuando conocí a Arnaldo Calveyra (que es como Calveyra pero más azul y con su nombre completo), y eso es como la mitad de mi vida.

Félix

Felix tiene 32 años, estudia Trabajo Social y trabaja como preceptor. También estudia japonés.

El japonés es una lengua extraña, toda cortada en sílabas, como si la gente la hablara con un cuchillo fino que va cortando las largas oraciones en trozos de sushi pequeños, hechos todos de una sílaba y comenzara a hablar de esa manera. Felix no es japonés, pero le brillan mucho los ojos cuando hablamos del japonés. De modo que va todas las semanas a aprender como cortar las palabras en trozos pequeños, escribir de arriba a abajo y decir cosas muy extrañas con cara muy seria.

Felix tiene un olor especial y sonrie mucho. Como yo no sé de dónde salió, siempre estoy pensando que yo me lo inventé. De manera que cuando no estoy con él me pongo a pensar bien fuerte en él. Felix puede estar trabajando o en clase y de pronto irse desapareciendo, destejiendo. Eso sería un problema muy grave que luego no sabría como explicarles a su maestra o a su mamá. Todos los días pienso en él para que siga existiendo.

Yo lo quiero mucho.

un sahumerio de jazmín

Falté a casa docenas de horas estos días, de modo que antes de dormirme enciendo una vela a medio hacer de las semanas pasadas. Saco una car...