viernes, 9 de agosto de 2024

empleo público


Las veces que creo ya vi todo lo que Antonio hizo en la tele, me encuentro con un pedacito más que ni siquiera sé dónde ubicar. Acá está haciendo de la Empleada Pública con Susana como si estuvieran en las puertas de Telefe. No es el ciclo del dos mil diecisiete en que juntas hacían como que estaban en la entrada de la Casa Rosada durante la gestión de Macri. Acá es otro tiempo. Además de que acá el cuento es otro, se les nota en las caras, en el vestuario, en la imagen del vídeo. ¿Pero cuándo fue? A veces en los comentarios tiran fechas, pero no sé si creerles. Me resulta difícil periodizar, ¿a dónde tendría que recurrir para tener más certeza? El vídeo, subido al canal de Telefe en dos partes, dice que es de hace diez años. Pero cómo saber si la emisión era de entonces -¿dos mil trece? ¿dos mil catorce?-. o es que se les dio por subirlo en ese momento. Tanto Telefe como El Trece de a ratos suben novelas enteras a destiempo en los últimos años, junto a la duplicación de la programación contemporánea. 

Acá entrevistan a Adriana Aguirre que está muy flaquita y dice que se separó hace poco. Podría ubicar ese dato. El sketch no me cautiva tanto como los del diecisiete. Aunque para entonces Gasalla será más viejo, hará la empleada con más ímpetu incluso. Hay un compilado de las conversaciones de la Abuela con Susana que termina con un fragmento donde ella y Antonio están como en la Casa Rosada y entrevistan a alguien que es candidato y también canta. Ni siquiera sé quién es, su nombre, su rostro no me son reconocibles. Me hace pensar en principios de los dos mil. Y entonces las empleadas que Gasalla hizo con Susana son por lo menos tres, contra lo que Antonio dijo en Intrusos cuando lo de Tinelli de que él quería hacer más personajes en el programa y no lo dejaba la producción porque insistía con la Abuela. Estoy seguro que la Empleada del diecisiete es consecuencia de esa entrevista y de ese año que Gasalla pasó en lo de Tinelli, pero están las otras anteriores que entonces Antonio no se estaba acordando en esa entrevista.

Cuando veo los vídeos, todos esos tiempos conviven juntos. No se separan ni se cortan por la distancia del tiempo. En todos somos todos los mismos, por eso me parece natural que de la declaración de Antonio con Rial se siga el desplazamiento en el programa porque cuando le oigo me parece oírlo a él y olvido la mediación no solo de la televisión sino también del tiempo. Esto es una gracia de la televisión como lugar porque pese a simular multiplicidad de espacios, el espacio es uno y me parece que en el pueden establecerse contigüidades entre Antonio en Intrusos, con Susana y yéndose a lo de Tinelli. Él es el mismo, y yo también. Tanto su actuación como mi mirada sostienen esa continuidad, arman ese espacio. Cuando él o Moria o Carmen hablan del teatro también contribuyen a ese territorio televisivo porque hablan y hablan acerca de un lugar que no queda ahí adentro, del que solo se ven pedacitos entrecortados. Como cuando Mirtha habla de su casa, de cuando va en el auto, de su dormitorio. Todos esos sitios que no vemos y que configuran las afueras de este territorio en que nos instalamos a pasar el resto de nuestras vidas.

tres poemas para Ester Expósito






Toco el rocío

contigo.


La reina de las nieves

cose palmo por palmo

las vicisitudes 

del destino.









Si pudiese

detendría el tiempo

para tener permiso de tocar

todo lo que no se puede tocar.







Jamás sabremos

quiénes somos.


Aunque al dormir

despertemos,

aunque tracemos

los delicados mapamundi

de nuestros cuerpos.

últimos capítulos




Me causan muchísima ternura algunos momentos de los vídeos, extensos o breves, que realizan distintos fieles y sacerdotes católicos criticando los lineamientos actuales de la Iglesia en pastoral, liturgia y doctrina. No es una sensación irónica, sino el resultado de alojarme por unos momentos en el interior de sus vídeos, sus textos. Me agrada saber que puedo, al interior de una obra, sentir algo que va más allá de lo que la superficie señala. Todo tiene más profundidad que la que sospechamos.

A diferencia de los discursos oficiales del actual gobierno nacional o los comentarios en línea acerca de la boxeadora argelina, no siento rechazo por estos discursos que contrarían, en muchos sentidos, mis creencias, ideas y prácticas. El rechazo a los actos homosexuales, por ejemplo, defendido como punto doctrinal en todos estos comunicadores no me impide entrar en la ilusión, en el enamoramiento, que pueden causarme sus voces y sus imágenes de todas maneras. La lectura nos enseña, ante todo, a separar largamente el texto de nosotros. La identificación existe en ella, pero es momentánea o errática, no puede asegurarse ni tampoco precisarse.

Todos quienes veo son hombres, como los españoles Macabeo y César para Jesucristo o el argentino Padre Javier Olivera Rabassi. Forma parte de que me interese verlos el que sean hombres que me terminan resultando atractivos, aunque no es un dato excluyente: el mexicano Monseñor Isidro Puente Ochoa no me parece lindo, pero sí interesante en toda su discursividad y despliegue. Son la última adquisición de mis ojos en youtube, y si escribiera cada una de las poéticas que allí vi, estoy casi seguro que serían el último capítulo. Son los profetas contemporáneos del fin del mundo. 

En cada vídeo sostienen vocablos y términos como ese, el del apocalipsis, que no oigo en otros sitios. Cada noche entro, con ellos, en mundillos que no conozco y cuya anchura buceo de su mano. Todos parecen haberse querido formar rápidamente en ese lenguaje, el de la teología y la apologética, que yo ignoro y del que voy comenzando a saber desde allí. Aprendí por ejemplo cuál es la hermenéutica de la continuidad para interpretar el Concilio Vaticano II promovida por Ratzinger, frente a la de la ruptura; qué es la sucesión apostólica y cómo eran las ordenaciones episcopales en el rito antiguo y el actual. Qué es revelación pública y qué privada, la tradición como fuente, las lenguas hebreas y coptas en que se escribió la biblia y las hipótesis sobre la autoría del pentateuco. 

Cada uno de estos hombres, como novelistas, me obsequian un léxico precioso con el que puedo soñar. Por ellos volví a leer pasajes del Evangelio e incluso encíclicas que mencionaron. Quise por ellos saber un poquito más acerca del mundo que habito, aunque no rece el rosario cada día como piden, no cumpla los preceptos, no me prepare para el Aviso ni me arrepienta.

Muchas veces no sé qué pensar sobre sus ideas, pero sé que quiero oírlas. Horas de debate acerca del sedevacantismo -quienes reconocen la autoridad del Papa y quienes no- que se llenan de una epistemología chamánica: si se dijeron las palabras correctas en el momento correcto para que el milagro ocurriese.

La religión es una narrativa demasiado extensa para que la abandonemos sin más. No quiero con ello bajarle el precio ni remarcar su carácter ilusorio frente a "verdad" (cuando leí El porvenir de una ilusión me decepcionó bastante la poca profundidad que allí Freud tiene para con Dios). La religión tiene un fuerte vínculo con la verdad, y después de todo, sentido, vida, muerte, existencia es todo lo que de allí se discute. Algo de lo que no se habla en otros sitios, y por lo cual más atractivos me resultan cada uno de sus hombres que quiere rescatar al mundo del sinsentido. 

En un vídeo que subió hace dos años, pero que observé esta mañana, Macabeo cuenta que el sacerdote de la parroquia donde asiste le reprendió por arrodillarse con ambas rodillas para saludar al altar al ingresar al templo. El vídeo remarca el error pastoral de este sacerdote, a la vez que señala cómo se condena la defensa de la tradición más que a los actos modernistas. Ese es, de hecho, el eje mismo, el conflicto de todos estos vídeos: una extensa región de youtube con innumerables ramificaciones que me llevaría años terminar de observar. Una reacción frente a los abusos litúrgicos, un alegato por la interpretación de la doctrina católica. Ese es, en cada vídeo, el momento del pensamiento mientras los miro. El momento de la ternura fue otro cuando vi a Macabeo, no sé cómo se llama, diciendo a cámara cómo fue regañado, comparando su acto con el de un sacerdote al que se le volaron las hostias consagradas y se río del hecho, y mirando entonces a cámara, levantando sus cejas, un padre de familia, casado hace unos años, bastante trabajador por lo que cuenta, entre los treinta y los cuarenta, queriendo defender algo en lo que cree, queriendo ser bueno en defensa de Jesús, pareciendo que va a largarse a llorar.

basílicas en mi corazón




Estoy listo para dormirme muchísimos años. Cuando leyeron mi mano me predijeron una vida de descanso, como si luego de varias vidas trabajando me tocase una en la que descansar... y más aún, como si la vida solo pudiese descansar en la vida.

Estoy listo para tocarme hasta deshacerme. Repito el mate cientos de veces con hinojo, menta, melisa, jazmín. Pétalos de santa rita, aspas de romero, granos de pimienta molidos, tinturas de cúrcuma. Miel, coco, nueces y caléndulas. Trato de ir más profundo en aquello que encuentro, preguntarme qué permanece. Me apronto para la innumerable caricia del mundo, llevo atadas a mi pecho todas las regiones. Recibo en mi palacio los malestares del orbe, intento calmar las aguas. Dentro de mi boca tienen lugar las bodas de Caná, la pesca milagrosa, el sermón de la montaña. 

Me lleva décadas descansar de mí mismo, del rumor de los vientos, de la carga de la historia. Contradigo todas las tareas que me asigno, olvido mis nombres, confundo los cerrojos. Envío decenas de mensajes, elaboro quinientas súplicas, miles de maldiciones. Tomo la forma de un conjuro, me propago por todos los sitios donde no estoy. Intento volverme una pregunta, quedarme en casa, capturar con la máquina fotográfica los fantasmas de mi familia, limpiar mi linaje como una sábana santa. Construir una basílica alrededor de mi corazón, hacer una encíclica de mis preocupaciones. Abro los ojos de mi celular como si escribiera cartas apostólicas, riego las plantas como si fuesen las fronteras de un continente, confío en mis ojos cuando se cierran.

un sahumerio de jazmín

Falté a casa docenas de horas estos días, de modo que antes de dormirme enciendo una vela a medio hacer de las semanas pasadas. Saco una car...