El sketch consigue, por su propia magia, decir la continuidad de una manera que las películas no alcanzan. Aunque en ellas el efecto de realidad se encuentre disgregado con astucia y sutileza, hay un desparpajo que el cine, tal vez por sus condiciones de existencia, no puede pronunciar. No se permite esa misma familiaridad de las imágenes que el sketch. Este último, desbaratado de sus propias series, se nos entrega de a pedacitos en la televisión.
Las risas de Moni, el error como forma de narrar una historia y sostener un personaje. La precariedad de una tapa hecha de apuro para simular un libro en escena. La abundancia de episodios, la filmación casi teatral de cada envío, la transmisión diaria de lunes a viernes. Todo lo que sigue en el tiempo (continuidad y cotidianeidad) nos explica que todo cuanto perdura es imperfecto, como nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario