lunes, 3 de agosto de 2020

Cotidianidad y expectación


William Eggleston , Untitled (Laundry Line), 1970s


Durante una de las historietas que circularon de manera contemporánea a la emisión del envío televisivo, Doña Florinda se detiene a explicar a Clotilde los motivos por los cuales ella siempre lleva puestos ruleros. Si fue Clotilde quién le preguntó, será Florinda quien responda: "Vea usted. Todas las mañanas, me levanto, me los pongo, porque mi intención es terminar el trabajo y todo y por la tarde, para recibir al Profesor Jirafales...no, no, a mi hijo Quico que viene de la escuela, pretendo quitármelos y estar bien peinada y todo pero no sé qué pasa que el día está lleno de trabajo y de pronto es la noche y me los tengo que quitar casi para dormir".

La transcripción del pasaje permanece fiel a la voz de Florinda Meza interpretando el papel, dejando adivinar incluso sus gestos durante el parlamento. (Hasta tal punto estamos ante una imaginación que ha unido indisolublemente cuerpos y lenguas, reales y ficticios). Allí, en ese texto explicativo, se da cuenta de esa cierta familiaridad (vecindad") por la que se logra un carácter común y cotidiano que, dicen, Chespirito quiso intensamente imprimir a sus personajes. En efecto, muchos años después, mientras Florinda da las explicaciones a los motivos por los cuales su tocaya usa ruleros, va a recalcar que es así como ha de pasarles a muchas mujeres comunes, amas de casa. 

Sin embargo,habría que ir más allá de este rasgo cotidiano que el programa Chespirito quiso construir como su propia poética. La apuesta sería tratar de ver si allí no se abre paso una clave fundante de la aparente mezcla de atemporalidad/maravilla, cotidiano/aventura, tiempo/infancia, detención/cambio que parece haber hecho poder girar las más de dos mil horas filmadas por un grupo finito de actores interpretando un número de personajes que los multiplicaba, más no los expandía. Es decir, ¿cómo pudo haberse hecho de lo cotidiano una expectación? ¿De qué modos nos fue dado a ver lo cotidiano para llegar al punto de causarnos fascinación?

Mientras tanto, si en algo ilumina el pasaje es en saber que la imaginación-Chespirito necesitó un trabajo de doble vía a través del cual construir el sintagma "vida cotidiana". Porque si las escenas, la vestimenta, la escenografía, los diálogos, las muletillas, los enredos estaban destinados a repetirse induciendo lo cotidiano, iban a ser necesarios otros elementos como indicios de vida. No bastaba con que esas personas se nos presentasen siempre así, sino que debíamos creer que esas personas vivían siempre así. Y entre presentar y vivir, como entre actuar y creer, hay una distancia que solo los imaginarios sutiles, aquellos que bordean las tramas de lo decible/filmable pueden tramar.

En este sentido, las puertas de cada casa de la vecindad, los pasillos, las escenas en que vemos al Dr. Chapatin abandonar el consultorio camino a una casa que no conocemos, el lugar de donde viene Chaparrón antes de estar sentado donde está sentado, los muchos sitios donde Chompiras duerme son lugares que nunca se nos muestran, pero cuya existencia debe sostenerse hablando de ellos, dando lugar a un argumento. El rulero en bucle, la parte "vida" de "vida cotidiana", es algo de lo que se rinde cuentas, una explicación que debe darse: un grupo de puntos suspensivos que mansos intentan adormecerse en la lengua de sus propios personajes.

Así, si las muchas horas grabadas en el programa (que sean más de dos mil ochocientas es un dato que también debemos a Florinda) no alcanzan para filmar una vida, se encargan a su vez de señalarla, pero de una manera tal que su existencia (la de la vida) no nos parezca una escándalo sino una sutura. "Y de pronto es de noche", dice Florinda para entender, quizá ella misma, por qué jamás se sacará sus ruleros. Trabajo, movimiento y lengua son puestos al servicio de un lugar vacío sobre el que sin embargo se flota, ejerciendo así un poder fascinante. El asunto es que ese lugar vacío es ocupado por la palabra "vida", la jamás nombrada, la siempre aludida. Allí se confunde y condensa el concepto mismo de actuación que en Chespirito se juega; pues tal vez no haya, en la lengua de nuestros cuerpos latinoamericanos, poética mejor en que decir nuestra vida. Que producto de esa juego de imágenes en espejo que intentó decir nuestra vida cotidiana (Chespirito es la novela latinoamericana post-boom), nuestra vida nos haya sido devuelta como un lugar común (el más común de los lugares) es algo sobre lo que aún deberemos pensar si reprocharnos, o agradecer.




un sahumerio de jazmín

Falté a casa docenas de horas estos días, de modo que antes de dormirme enciendo una vela a medio hacer de las semanas pasadas. Saco una car...